El 19 de febrero se conmemora el Día Internacional Contra la Homofobia en el Deporte, en honor a Justin Fashanu, el primer futbolista en dar a conocer públicamente su homosexualidad.
Justin Fashanu se suicidó tras los ataques que sufrió como futbolista homosexual en la Ingaterra de los años ’80. Culminó en una acusación de violación de un jugador a quien entrenaba, la cual fue desacreditada por el Poder Judicial, pero difundida por todos los medios de comunicación.
Su historia permite volver a pensar en el deporte y su relación con la violencia, así como con la homofobia.
En Argentina existe el primer club de rugby de diversidad sexual de Latinoamérica, llamado Ciervos Pampas que surgió en 2012, el cual apuesta por la construcción de un espacio libre de discriminación para la promoción, educación, reflexión, divulgación, respeto y valoración de los derechos humanos del colectivo LGBTIQA+.
Durante el 2020, junto a Nodos, el club publicó una investigación titulada «Tackleando la Homofobia», disponible en el linktr.ee de Ciervos Pampas, donde busca ser «una fotografía que muestra, señala y documenta que, en el ámbito deportivo como otros, el acoso y la discriminación hacia la diversidad sexual, así como hacia otros grupos poblacionales, existe y se normaliza».
Al hablar sobre masculinidad y violencia en el deporte, sostienen que la violencia no es esencial y naturalmente contenida en los varones, sino que ha sido educada y aprendida: «No se nace macho, se llega a serlo».
«La forma hegemónica en que se ejerce la masculinidad instaura una serie de cualidades y comportamientos deseables que incluyen la heterosexualidad cis; la fuerza, la violencia, la virilidad, la dominación. Como salirse de dichos lineamientos trae aparejadas consecuencias, los varones aprenden desde chicos a no desafiar estas conductas y a ser parte de su reproducción», expresan desde el Observatorio de la Discriminación en el Deporte del INADI.
Donde también indicaron que esa misma dinámica opera en torno a la homosexualidad.
Por ello es que insta a que:
Los varones, quienes practican deportes y los que no, deben reconocer la responsabilidad que les cabe. Así como entender que toda acción enmarcada en esos valores hegemónicos, por mínima que sea, contribuye a alimentar la problemática.
También debe asumir la posición incómoda de la autocrítica profunda, de la revisión consciente de todo lo aprendido, del compromiso para no repetir ese comportamiento y, principalmente, para no callar cuando se ve en otros.