Así lo expresó Fabián Juárez, docentes que estuvo junto a su compañera, Maricarmen, transitando la experiencia de ejercer la docencia en la Escuela N°38 «Raúl Ricardo Alfonsín» de la base Esperanza en la Antártida.
Durante la tarde de este miércoles fueron reconocidos por el Gobierno de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur en el marco del Día del Maestro Bicontinental y el 23° aniversario de la escuela antártica.
Juárez agradeció el reconocimiento y contó que “junto a mi esposa Maricarmen estuvimos tres años trabajando en la escuela de la Antártida, durante 2004, 2010 y 2013”.
“Fue un desafío muy grande para nosotros -continuó- porque veníamos del norte chaqueño. Llegamos a Ushuaia y al poco tiempo tuvimos la oportunidad de ir a una escuela donde somos muy pocos los privilegiados que tenemos la posibilidad de desarrollar nuestra profesión”.
En este sentido manifestó que “la experiencia es inolvidable y que hoy la actual gestión del Gobierno Provincial haga un reconocimiento, para nosotros es muy valioso porque es reconocer ese granito de arena que hemos dejado. Como experiencia docente no hay otra igual”.
Al ser consultado sobre cómo fue trabajar en aquél lugar frío y aislado, el docente comentó que lo más importante es desarrollar el aspecto social y relató que “si bien es un lugar aislado, lo más importante es desarrollar el vínculo con el resto de la sociedad, eso es muy importante, todos los días tenemos que estar bien, saludarnos, sonrisa, porque el clima en invierno es muy crudo y la noche, que es muy larga, a veces afecta un poco los sentimientos, las relaciones. Entonces, el maestro tiene que estar muy frío, no involucrarse en cuestiones que no tienen que ver con el aspecto pedagógico y la escuela cumple el rol del ente concentrador de toda la actividad”.
“En la Base Esperanza, la particularidad es que somos siete u ocho familias, pero hay otras personas solas que están desarrollando su actividad, entonces hay que convocarlos y hacerlos sentir parte del grupo”, subrayó.
Por otro lado, habló sobre el vínculo que establecieron junto a otros pares docentes que transitaron la experiencia y señaló que “la verdad que cuando nosotros volvemos de la Antártida volvemos con mucha energía y la gente todavía no entiende eso que hacemos, porque primero piensan que estamos locos por ir un año a un lugar aislado. Lo que nos mantiene unidos es esta relación que tenemos con los docentes de Río Grande y de Ushuaia que transitaron esta experiencia. Constantemente estamos generando encuentros”.
Finalmente, se dirigió a los y las maestras que deseen desarrollar su actividad docente en la Antártida y expresó: “les diría que lo intenten, porque es una experiencia distinta a lo que se puedan imaginar. Yo que vengo del Impenetrable Chaqueño trabajé en la ciudad, después acá en la provincia y la Antártida es completamente distinto. Hay que vivir la experiencia, con ganas de hacer cosas, de generar cosas, porque cada vez la comunidad es más demandante”.