El segundo contrapunto entre los seis candidatos presidenciales mostró un Mauricio Macri más a la ofensiva buscando diferenciarse de la principal fuerza opositora.
El tema de la corrupción generó los cruces más picantes de los candidatos presidenciales, especialmente entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, que chocaron espadas a lo largo de todo el debate que se desarrolló anoche en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el cual, durante poco más de dos horas, atrajo las miradas de todo el espectro político del país.
A una semana de las elecciones presidenciales, unos 900 asistentes, entre dirigentes y asesores políticos, representantes de los tres poderes del Estado y organizaciones de la sociedad civil, conformaron un auditorio que, en absoluto respeto y silencio, siguió las alternativas del debate entre los seis postulantes; una suerte de segunda parte del contrapunto realizado la semana pasada en la Universidad del Litoral, en Santa Fe.
El debate creado por ley el año pasado mostró a un Macri, que busca su reelección, mucho más decidido y a la ofensiva que el domingo anterior; con un discurso híper estudiado y frases fuertes para diferenciarse del Frente de Todos; fuerza a la que aludía como «ellos».
«No nos parecemos en nada, no somos lo mismo», señaló Macri cada vez que pudo.
Alberto Fernández, en cambio, se cuidó de no levantar el dedo índice, que fue tan cuestionado por Macri en el debate anterior, para tildarlo de «autoritario»; como sea, a Fernández se lo observó solvente en sus intervenciones, que buscaron cuestionar a Macri, tanto en el tema pobreza como al abordar las supuestas medidas tomadas por Cambiemos a favor de los «amigos empresarios».
Pero el tema que más cruces y acusaciones generó fue el de la corrupción, que salió a la luz en el segundo eje temático («Empleo, producción e infraestructura») y en el tercero («Federalismo, calidad institucional y rol del Estado»).
«Es difícil creer que usted no vio nada, es imposible de creer», le dijo Macri al ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Casi con las mismas palabras José Luis Espert le preguntó a Fernández con sarcasmo: «¿Usted no vio nada?.
«A mí no me van a correr con esas cosas. Puedo dar clase de decencia», se defendió Fernández, pero sin mencionar en ningún momento a su compañera de fórmula, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En ese marco, el candidato del Frente de Todos también hizo mención al fallecido padre del Presidente, Franco Macri, a lo que el mandatario replicó: «Es de muy mal gusto hablar de alguien que no puede defenderse».
Tanto Espert como Nicolás del Caño también ajustaron y mejoraron sus intervenciones respecto del domingo pasado, mientras que Roberto Lavagna y Juan José Gómez Centurión fueron los que menos se destacaron en el intercambio de ideas.
El ex ministro de Economía, que en la semana había reconocido que no se había sentido cómodo con el formato del debate, pareció seguir sin encontrarle la vuelta, para poder meter en los pocos minutos de intervención ideas claras y mensajes contundentes; en un momento, en plena exposición de políticas de seguridad, pareció desconcentrarse y quedó en silencio durante un puñado de segundos que se hicieron eternos.
Por su parte, Gómez Centurión ajustó los tiempos de sus mensajes, cuestión en la que había fallado en forma recurrente el domingo anterior, aunque en un par de oportunidades sus alocuciones volvieron a quedar inconclusas.
En esta oportunidad, Del Caño centró todas sus críticas hacia la figura de Macri y no cuestionó en ninguna ocasión al candidato del Frente de Todos.
Hubo algunas risas tímidas en el auditorio cuando Del Caño comparó a Miguel Ángel Pichetto con «Micky Vainilla», el personaje de orientación nazi que interpreta Diego Capusotto; y cuando Espert le pidió a Macri y Fernández que se abrazaran ya que «tan diferentes no son», según apreció.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sentada en las primeras filas, fue blanco de duras críticas cuando se habló de seguridad: Del Caño la vinculó con los casos Maldonado y de Rafael Nahuel, y Lavagna la mencionó elípticamente como la funcionaria que «tiene fascinación por las armas de fuego».
Las tensiones entre Macri y Fernández continuarían aún una vez terminado el debate, cuando cada uno de ellos saludó con un apretón de manos a los demás contrincantes, pero sin que se registre un intercambio entre ellos.
Fuente: Télam